El segundo método es más sencillo.
Se llevaron una botella de leche transparente, un ovillo de hilo, una colonia muy, muy vieja, cerillas y agua fría. Enrollé el hilo grueso en el lugar correcto de la botella, lo humedecí generosamente con colonia y le prendí fuego. Girando la botella alrededor de su eje paralelo al suelo, esperó un rato y salpicó agua sobre la llama. La botella estalló de manera uniforme, uniforme, y así, sin mucho esfuerzo, obtuve un maravilloso vaso transparente, que al mismo tiempo parecía un jarrón hecho a mano. Después de un tiempo, aparecieron en nuestra casa una variedad de candelabros, un vaso para lápices y, por supuesto: ¡un jarrón hecho a mano!